martes, 4 de noviembre de 2008

anatomia humana


Homo sapiens


«Hombre» redirige aquí. Para otras acepciones véase Hombre (desambiguación).
?Homo sapiens
Imagen de la Pioneer 11 y Voyager I y II, representando a un varón y una mujer.
Clasificación científica
Superreino:
Eukaryota
Reino:
Animalia
Subreino:
Metazoa
Superfilo:
Deuterostomia
Filo:
Chordata
Subfilo:
Vertebrata
Clase:
Mammalia
Subclase:
Eutheria
Orden:
Primates
Suborden:
Haplorrhini
Infraorden:
Simiiformes
Parvorden:
Catarrhini
Superfamilia:
Hominoidea
Familia:
Hominidae
Tribu:
Hominini
Género:
Homo
Especie:
H. Sapiens
Nombre binomial
Homo sapiensLinnaeus, 1758
Subespecies
Homo sapiens idaltu (extinto)
Homo sapiens sapiens
Los seres humanos (a veces llamados genéricamente hombres, aunque ese término puede aplicarse también específicamente a los individuos de sexo masculino) constituyen, desde el punto de vista
biológico, una sola especie animal: Homo sapiens. En el pasado, el género Homo fue más diversificado, y durante el último millón y medio de años incluyó numerosas otras especies. Desde la extinción del Homo floresiensis, hace unos 12.000 años, el Homo sapiens es la única especie viva del género Homo. Hasta hace poco, la biología utilizaba un nombre trinomial Homo sapiens sapiens para esta especie, pero más recientemente se ha descartado el nexo filogenético entre el Neandertal y la actual humanidad, por lo que se usa exclusivamente el nombre binomial. Homo sapiens pertenece a una estirpe de Primates, los hominoideos. Evolutivamente se diferenció en África y de ese ancestro surgió la familia de la que forman parte los homínidos.
El
nombre científico, asignado por Linneo en 1758,[1] alude al rasgo biológico más característico: sapiens significa "sabio" o "capaz de conocer", y se refiere a la consideración del hombre como «animal racional», al contrario que todas las otras especies. Es precisamente la capacidad del ser humano de realizar operaciones conceptuales y simbólicas muy complejas —que incluyen, por ejemplo, el uso de sistemas lingüísticos muy sofisticados, el razonamiento abstracto y las capacidades de introspección y especulación— uno de sus rasgos más destacados. Posiblemente esta complejidad, fundada neurológicamente en un aumento del tamaño del cerebro y, sobre todo, en el desarrollo del lóbulo frontal, sea también una de las causas, a la vez que producto, de las muy complejas estructuras sociales que el ser humano ha desarrollado, y que forman una de las bases de la cultura, entendida biológicamente como la capacidad para transmitir información y hábitos por imitación e instrucción, en vez de por herencia genética. Esta propiedad no es exclusiva de esta especie y es importante también en otros primates.
El naturalista sueco
Carl von Linné (1707-1778) definían la posición de los humanos en el marco general de las especies naturales, en correlación con las especies zoológicas y botánicas. Además de incluir a la especie humana y a los monos en el orden especial de los primates, Linnéo estableció una clasificación que dividía de forma muy simplista a la especie humana, según sus rasgos físicos, en estos cuatro grupos:
El Homo Americanus: raza cobriza. Se caracteriza por la piel rojiza, el pelo negro, liso y grueso, la nariz ancha, la escasa pilosidad.
El Homo Europaeus: raza blanca. Se caracteriza por la piel blanca, el pelo claro abundante.
El Homo Asiaticus: raza amarilla. Se caracteriza por la piel cetrina, por el pelo oscuro y una estatura baja.
El Homo Afer: raza negra. Se caracteriza por la piel negra, por el pelo negro y crespo, por la nariz simiesca y por los labios gruesos.
Contenido[
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1 Biología
1.1 Fisiología y genética
1.2 Ciclo vital
1.3 Evolución
1.4 Pigmentación
1.5 Hábitat y población
1.6 Cerebro, mente y consciente
2 Sociedad y cultura
2.1 Lenguaje
2.2 Arte
3 Espiritualidad y trascendencia
4 Mitos sobre los orígenes
5 Sexualidad
6 Geografía humana
7 Grupos humanos
7.1 Tronco racial etiópido
7.2 Tronco racial caucasoide
7.3 Tronco racial mongoloide
8 Referencias
9 Bibliografía complementaria
10 Véase también
11 Enlaces externos
//

Biología

Fisiología y genética
Artículo principal:
Fisiología humana
La especie humana aún mantiene un notorio dimorfismo sexual en el nivel anatómico, por ejemplo, la talla media actual entre los varones caucásicos (si crecen bien nutridos y con poco estrés) hacia los 21 años es de 1,75 m, la talla media de las mujeres caucásicas en iguales condiciones es de 1,62 m, y los pesos promedios respectivos son de 75 kg y 61 kg respectivamente; aunque así como se ha notado una "tendencia secular" al aumento de las tallas (especialmente durante el siglo XX), muchos indicadores sugieren que es probable desaparezca el dimorfismo sexual en lo que a tallas y pesos respecta.
Véase también:
Anatomía humana y genética de poblaciones

Ciclo vital
Artículo principal:
Ciclo vital
La especie humana es entre los animales pluricelulares actuales una de las más longevas; se tienen documentados casos de longevidad que sobrepasan los 100 años. Tal longevidad es un carácter genotípico que, sin embargo, debe ser coadyuvado por condiciones vivenciales favorables. En el Imperio Romano, hacia el año 1 d. C., la esperanza de vida rondaba sólo los 25 años, debido en gran parte a la elevada mortalidad infantil[cita requerida]. La edad de la pubertad es aproximadamente a los 11 años en las niñas y a los 13 años en los niños, aunque las edades varían según la persona.
Véase también:
Biología del desarrollo, sistema reproductivo, y longevidad
.
Evolución
Artículo principal:
Evolución humana

Feto, por Leonardo da Vinci.

Boceto del ser humano, por Leonardo da Vinci
En principio, en cuanto perteneciente al infraorden de los
catarrinos, el Homo sapiens parece tener su ancestro, junto con todos los primates catarrinos, en un período que va de los 50 a 33 millones de años antes del presente (AP), uno de los primeros catarrinos, quizás el primero, es el Propliopithecus, incluyendo al Aegyptopithecus, en este sentido, el ser humano actual, al igual que primates del "Viejo Mundo" con características más primitivas, probablemente descienda de esa antigua especie. En cuanto a la bipedestación, ésta se observa en ciertos primates a partir del Mioceno. Ya se encuentran ejemplos de bipedación en el Oreopithecus bambolii y la bipedestación parece haber sido común en Orrorin y Ardipithecus. La mutación que llevó al bipedación fue exitosa porque dejaba libre las manos como para fabricar artefactos y, particularmente, porque en la marcha un homínido ahorra mucha más energía andando sobre dos patas que sobre cuatro, puede acarrear objetos durante la marcha y otear más lejos.
Probablemente cuando los ancestros del Homo sapiens vivían en
selvas comiendo frutos, bayas y hojas, abundantes en vitamina C, pudieron perder la capacidad metabólica, que tiene la mayoría de los animales, de sintetizar en su propio organismo tal vitamina; ya antes parecen haber perdido la capacidad de digerir la celulosa. Tales pérdidas durante la evolución han implicado sutiles pero importantes determinaciones: cuando las selvas originales se redujeron o, por crecimiento demográfico, resultaron superpobladas, los primitivos homínidos (y luego los humanos) se vieron forzados a recorrer importantes distancias, migrar, para obtener nuevas fuentes de nutrientes, la pérdida de la capacidad de metabolizar ciertos nutrientes como la vitamina C habría sido compensada por una mutación favorable que permite al Homo sapiens una metabolización óptima (ausente en primates) del almidón y así una rápida y "barata" obtención de energía, particularmente útil para el cerebro. El Homo sapiens parece ser una criatura bastante indefensa y como respuesta satisfactoria la única solución evolutiva que ha tenido es su complejísimo sistema nervioso central. Espoleado principalmente por la busca de nuevas fuentes de alimentación. Se ha observado que la cefalización aumentó paralelamente al incremento de consumo de carne.
El pliegue epicántico de los párpados existente en gran parte de las poblaciones del Asia y de América, el pliegue que hace 'bridados' en su aspecto externo a los ojos, ha sido una especialización de poblaciones que durante las glaciaciones debieron pervivir en lugares con abundancia de nieve: los ojos vulgarmente llamados "rasgados" entonces fueron el modo de adaptación para que los ojos no padecieran un excesivo reflejo de la luz solar reflejada por la nieve.
Las primeras modificaciones importantes que aparecen en la
filogénesis de las especies que constituyen la línea evolutiva que desemboca en el Homo sapiens. Todos los cambios reseñados han sucedido en un periodo relativamente breve (aunque se mida en millones de años), esto explica la susceptibilidad de nuestra especie a afecciones en la columna vertebral y en la circulación sanguínea y linfática (por ejemplo, el corazón recibe -relativamente- "poca" sangre).

Pigmentación
Es casi seguro que la
Eva mitocondrial y el Adán ó los Adanes, los primeros Homo sapiens eran melanodérmicos, esto es: de tez oscura. Esto es porque la piel oscura es una excelente adaptación a la exposición solar alta de las zonas intertropicales del planeta Tierra; la tez oscura (por melanina) protege de las radiaciones U.V. (ultravioletas), y obtiene de ellas por metabolismo un nutriente llamado folato indispensable para el desarrollo del embrión y del feto, empero, a medida que las poblaciones humanas migraron a latitudes más allá de los 45º (tanto Norte como Sur) la melanina paulatinamente ha sido menos necesaria, más aún, en las cercanías de las latitudes de los 50º la casi total falta de este pigmento en la dermis, cabello y ojos ha sido una adaptación para captar más radiaciones U.V. -relativamente escasas en tales latitudes; salvo que se produzcan huecos de ozono-, en tales latitudes la tez muy clara posibilita una mayor metabolización de vitamina D a partir de las radiaciones UV.

Hábitat y población
Véase también:
Demografía

Cerebro, mente y consciente

Cerebro humano.
Artículos principales:
Mente (psicología) y Consciente
La mente se refiere colectivamente a aspectos del entendimiento y conciencia que son combinación de capacidades como el raciocinio, la percepción, la emoción, la memoria, la imaginación y la voluntad. La mente, para los materialistas, es un resultado de la actividad del cerebro.
El término pensamiento define todos los productos que la mente puede generar incluyendo las actividades racionales del intelecto o las abstracciones de la imaginación; todo aquello que sea de naturaleza mental es considerado pensamiento, bien sean estos abstractos, racionales, creativos, artísticos, etc.
Véase también:
Pensamiento (mente)

Sociedad y cultura
Artículos principales:
Sociedad y Cultura
Una sociedad humana, entidad poblacional o hábitat, es aquella que se considera a sí misma, a los habitantes y a su entorno; todo ello interrelacionado con un proyecto común, que les da una identidad de pertenencia. Asimismo, el término connota un grupo con lazos económicos, ideológicos y políticos. Tal sociedad supera al concepto de nación-estado, este plantenado a la sociedad occidental como una sociedad de naciones, etc.

Lenguaje
Artículo principal:
Lenguaje
El lenguaje designa todas las comunicaciones basadas en la interpretación, incluyendo el lenguaje humano, pero la mayoría de las veces el término se refiere a lo que los humanos utilizan para comunicarse, es decir, a las lenguas naturales. El lenguaje es universal y es usado por naturaleza en las personas y en los animales. Sin embargo, filósofos como Martin Heidegger consideran que el lenguaje propiamente tal es sólo privativo del hombre. Es famosa la tesis de Heidegger según la cual el lenguaje es la casa del ser (Haus des Seins) y la morada de la esencia humana. Este criterio es similar al de Ernst Cassirer quien ha definido al Homo sapiens como el animal simbólico por excelencia; tan es así que es casi imposible suponer un pensamiento humano sin la ayuda de los símbolos, particularmente de los significantes que subyacen como fundamentos elementales para todo pensar complejo y que transcienda a lo instintivo.

Arte
Artículo principal:
Arte
Posiblemente, la manifestación más clara de humanidad es el arte —en el sentido amplio del término—, que produce la cultura. Por ejemplo, los individuos de una determinada especie de ave fabrican un nido, o emiten un canto, cuyas características son específicas, comunes a todos los individuos de esa especie. En cambio, cada hombre puede imprimir a sus acciones los rasgos propios de su individualidad; por eso, cuando se analiza un cuadro, una forma de escribir, una manera de fabricar herramientas, etc., se puede deducir quién es su autor, su artífice, su artista.
Paralelamente, también somos la única especie que dedica su tiempo y energía a algo inútil desde el punto de vista puramente práctico. El arte es una de las manifestaciones de la creatividad humana, pero una manifestación vacía y negativa desde el punto de vista de la supervivencia. Si bien, esta actividad en principio dañina, en realidad es la herramienta con la cual desarrollamos nuestra cultura, nuestra unión, y nuestra fuerza como pueblo. Nos divide y separa de unos pueblos; y nos hermana con otros. En esta telaraña que envuelve a nuestras sociedades, a nuestro planeta.

Espiritualidad y trascendencia
En muchas civilizaciones los seres humanos se han visto a sí mismos como diferentes de los demás animales, y en ciertos ámbitos culturales (como las
religiones del Libro o buena parte de la metafísica del Occidente) la diferencia se asigna a una entidad inmaterial llamada alma, en la que residirían la mente y la personalidad, y que, en algunos casos, se imagina que puede existir con independencia del cuerpo.

Mitos sobre los orígenes
A lo largo de la historia se han ido desarrollando distintas concepciones
míticas, religiosas, filosóficas y científicas respecto del Hombre, cada una con su propia explicación sobre el origen del hombre, trascendencia y misión en la vida:
Los
acadios afirmaban que el primer hombre, Adapa, era hijo del dios Ea, pero perdió la inmortalidad.
Cierto
mito mesopotámico afirma que el hombre creció de la tierra como una planta.
Para
Hesíodo, Zeus modeló en arcilla a Pandora, la primera mujer, de cuyo enlace con el dios Epimeteo nacieron el resto de los hombres. Más tarde, Pandora fue la responsable de todos los males de la Humanidad, al abrir la caja de Pandora.
El
mito nórdico de la creación atribuye a Odín y sus hermanos el infundir vida a dos troncos de árbol de una playa, convirtiéndolos en Ask y Embla, el primer hombre y la primera mujer respectivamente.
Según las creencias judeo-cristianas, el hombre fue creado por
Dios a su imagen y semejanza a partir del barro, Adán, y a partir de él creó a Eva. Fueron puestos a vivir en el Paraíso Terrenal, con la condición de no comer nunca el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal; ellos, engañados por la serpiente, le desobedecieron, y por ello fueron desterrados del Paraíso al mundo terrenal. La Iglesia Católica no sostiene que la narración del Génesis sea estrictamente literal,[1] pero sí que la esencia de la historia de la Creación y la caída de Adán y Eva son reales, y que su consecuencia es que los seres humanos nacemos con el pecado original.
Para los pueblos
mesoamericanos (principalmente mayas y aztecas) el hombre surgió de la mezcla del maíz, los huesos que Quetzalcóatl robó del Mictlán y la sangre de este último.
Los
quechuas de los andes centrales, particularmente los incas del Cuzco, creían que los hombres surgieron de una grieta en la tierra y de allí migraron por las cuatro esquinas (suyus) del universo conocido.

Sexualidad
Artículo principal:
Sexualidad humana
Entre otras implicaciones, la importancia del lenguaje simbólico en el Homo sapiens, hace que los significantes sean los soportes del pensar o los pensamientos. En nuestra especie, el pensar humano, a partir de los tres años y medio de edad se hace prevalentemente simbólico.
Asociado con lo anterior (y esto lo explica el
psicoanálisis), debe notarse que la especie humana es prácticamente la única que se mantiene en celo sexual continuo (ya entre chimpancés y, sobre todo, bonobos, se nota una conducta próxima), ahora bien; dada la dificultad de vivir solamente practicando relaciones sexuales un "mecanismo" evolutivo compensatorio habría sido el de la sublimación -la cual se considera asociada a la existencia de un lenguaje y un pensar simbólicos-, si se da una sublimación esto parece significar que, también se da una represión (en el sentido freudiano) que origina a lo inconsciente. El Homo sapiens es, en este sentido, un animal pulsional. Según la reflexología de Pavlov el Homo sapiens no se restringe a un "primer sistema de señales" (el de estímulo/respuesta y respuesta a un estímulo substitutivo), sino que el ser humano se encuentra en un nivel de "segundo sistema de señales". Este segundo sistema es, principalmente el del lenguaje simbólico que permite una heurística, que es la capacidad para realizar de forma inmediata innovaciones positivas para sus fines.
Cabe anotar que con el surgimiento de la teoría de la
inteligencia emocional, desde la psicología sistémica, el ser humano no debe reducirse a sus pulsiones, las cuales sublima o reprime, sino que se entiende como un ser sexuado, que vive esta dimensión en relación con la formación recibida en la familia y la sociedad. La sexualidad se forma entonces desde los primeros años y se va entendiendo como una vivencia procesual acorde a su ciclo vital y su contexto socio-cultural.
A diferencia de lo que ocurre en otras especies sexuadas, la mujer sigue viviendo mucho tiempo tras la
menopausia. En las otras especies la hembra suele fenecer al poco tiempo de llegada la misma.
La cantidad máxima natural de prole que puede tener una mujer parece estar en los 25 hijos.
Por la indicada prematuración, la madurez
sexo-genital es -en relación a otras especies- muy tardía entre los individuos de la especie humana, actualmente en muchas zonas la menarquia está ocurriendo a los 11 años, esto significa que, aunque la madurez sexo-genital es siempre lenta en la especie humana, existe un adelantamiento de la misma respecto a épocas pasadas (del mismo modo suele darse una menopausia cada vez más tardía). Pero si la madurez sexo-genital es tardía en la especie humana, aún más suele serlo la madurez intelectual y, en especial la madurez emotiva.

Geografía humana
Artículo principal:
Geografía humana
En relación a la capacidad para realizar grandes modificaciones ambientales, cabe decir que el Homo sapiens es actualmente un poderoso agente geomorfológico, llegando incluso a ser la única especie capaz de hacer desaparecer prácticamente todo vestigio de vida en el planeta, desde mediados de siglo XX; es en éste y otros sentidos que el ser humano es actualmente el mayor superpredador y el ser vivo más poderoso del planeta.
El Homo erectus, por ser un animal muy vulnerable en estado de naturaleza es muy dependiente de la
tecnología (ergo: es dependiente de la ciencia por primitiva que esta sea), así es que se dice del Homo sapiens que es "Homo faber".
Quizás, dado que todo sistema retroalimentado de forma natural llega a su fin, el fin de un ecosistema llega cuando la vida ha logrado evolucionar hasta lograr seres con un grado de conciencia capaz de programarse en función de la educación recibida y no según lo termodinámicamente sostenible. La educación es, por tanto, la demostración evidente de si somos parte de un sistema aún mayor o intentamos independizarnos de todo, estableciendo nuestras formas de obtener nuestros recursos, sin tener en cuenta los ya establecidos por la propia naturaleza.
Por ejemplo: La naturaleza nos dota de capacidades físicas para buscar alimentos en el medio que nos rodea de una manera termodinámicamente eficaz. Nosotros establecemos que lo mejor es racionalizar los medios que la naturaleza nos da y replicarlos de forma industrial, aplicando procesos que no se dan de forma natural, aumentando el consumo energético por redundar algo que ya existe y ampliándolo a algo totalmente termodinámicamente innecesario, como es el hecho de que te lleven el alimento a casa, de intervenir los códigos genéticos de los alimentos para hacerlos resistentes a enfermedades, de influir en qué alimentos contendrán semillas y cuáles no y un largo etcétera, que a día de hoy nos hace la vida más cómoda, pero que ignoramos cómo nos van a afectar esos cambios en nuestra estructura genética y, por lo tanto, si nuestra descendencia portará características fundamentales para sobrevivir a un medio natural o, por el contrario, nacerán y dependerán tan íntimamente del medio artificial que cualquier modificación a ese medio le incapacite de tal manera que provoque su extinción.

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